Como anunciamos días anteriores, queremos ampliar y dar a conocer aún más el Requiem...
Composición:
Composición:
1. Requiem y Kyrie (cuarteto solista, coro)
2. Dies Irae
- Dies Irae (coro)
- Tuba Mirum (bajo y coros)
- Mors stupebit (bajo y coros)
- Liber scriptus (mezzosoprano, coro)
- Quid sum miser (soprano, mezzosoprano, tenor)
- Rex tremendae (solistas, coro)
- Recordare (soprano, mezzosoprano)
- Ingemisco (tenor)
- Confutatis (bajo, coros)
- Lacrymosa (solistas, coro)
- Tuba Mirum (bajo y coros)
- Mors stupebit (bajo y coros)
- Liber scriptus (mezzosoprano, coro)
- Quid sum miser (soprano, mezzosoprano, tenor)
- Rex tremendae (solistas, coro)
- Recordare (soprano, mezzosoprano)
- Ingemisco (tenor)
- Confutatis (bajo, coros)
- Lacrymosa (solistas, coro)
3. Domine Jesu
4. Sanctus (doble coro)
5. Agnus Dei (soprano, mezzosoprano, coro)
6. . Lux aeterna (mezzosoprano, tenor, bajo)
7. Libera (soprano, coro)
A finales de 1872, durante una visita a Milán, Verdi tuvo un encuentro con su venerado y gran amigo Alessandro Manzoni, escritor, poeta y dramaturgo italiano, en el que éste le confesó su enfermedad y que veía pronta su muerte: “Déjeme estrecharle la mano más fuerte que de costumbre, pues mucho me temo que no volvamos a vernos”, le dijo.
Es posible que el compositor, ante esta confesión del
dramaturgo y su avanzada edad, pues Manzoni contaba por entonces
ochenta y ocho años, tomara conciencia de la inminente desaparición de
su amigo y comenzara ya a pensar en un póstumo homenaje al insigne
escritor, de fervientes ideas nacionalistas, tan admirado por el pueblo
italiano.
La premonición de Manzoni se vería pronto confirmada,
falleciendo el 22 de mayo de 1873, tan solo unos cuantos meses después
del mencionado encuentro. Verdi confesaría al alcalde de Milán su intención
de realizar una gran Misa de Requiem, en recuerdo del
escritor, conmemorando el primer aniversario de su muerte. La propuesta
de Verdi fue aceptada, de forma entusiasta, por el máximo representante
político de la ciudad, lo que dio vía libra al enardecido espíritu
creativo del compositor, que durante los meses siguientes se dedicaría,
en exclusiva, a la realización de la obra.
Gran parte de la Misa de Requiem la realizó
en París, pues, en el mes de junio de ese mismo año, se trasladó al
hotel de Baden en el que se recluyó durante los tres meses siguientes.
Al volver a Italia la mayor parte de la obra ya estaba terminada,
dedicando el tiempo posterior a perfilar toda la inmensa
instrumentación, labor que desarrollaría en la ciudad de Génova. Hay en
la Misa de Requiem, no obstante, un extenso fragmento compuesto
con anterioridad a la muerte del poeta. Se trata del Libera me, número
con el que se cierra tan imponente monumento a la música sacra y que
Verdi había elaborado, en 1869, con ocasión de un homenaje colectivo de
varios compositores al gran maestro de Pesaro, Gioacchino Rossini,
fallecido el año anterior. Sin embargo, dicho proyecto no llegó a
materializarse, por lo que la parte compuesta por Verdi quedó, en ese
momento, relegada y a la espera de alguna nueva oportunidad, que se
materializó al pasar a formar parte de la nueva obra, prácticamente
acabada en el mes de abril de 1873.
Pero mientras Verdi se dedicaba por entero a la
composición del Requiem, el Consejo de la ciudad de Milán, mantenía un
criterio distinto a la palabra que el alcalde había dado al maestro, no
mostrándose partidario de repetir otro homenaje a Manzoni coincidiendo
con el primer aniversario de su muerte. En uno de los debates realizados
a fin de tomar una última decisión, las palabras pronunciadas por
Arrigo Boito, compositor, joven miembro del Consejo y futuro libretista
de Verdi, defensor, hasta entonces, de la corriente operística
wagneriana, fue determinante en la aprobación del proyecto.
El estreno se llevó a cabo en la Iglesia de San
Marcos, el 22 de mayo de 1874, bajo la batuta del propio compositor.
Verdi contó para tan irrepetible ocasión con una orquesta formada por
cerca de cien profesores y un coro de ciento veinte miembros, siendo los
solistas Teresa Stolz, soprano, María Waldman, mezzosoprano, Giuseppe
Capón, tenor y Ormondo Maini, bajo.
La Iglesia estaba absolutamente abarrotada, llegando a
sumar cerca de cinco mil personas y el éxito fue tan rotundo que Verdi,
a petición de las autoridades de la ciudad, permitió tres
interpretaciones más en el teatro de la Scala, con igual éxito. De esta
forma, la Misa de Requiem se convirtió, desde el mismo momento
de su estreno, en una obra regular en los programas de concierto. De la
Scala saltó, tan sólo una semana después, a la Ópera Cómica de París,
donde volvió a tener una acogida memorable y un reconocimiento
internacional unánime, prolongado hasta nuestros días.
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